Ya hace frío, el invierno está cerca, una pareja camina por las inmediaciones de Belén, dispuestos a cumplir con sus obligaciones legales. Ella está embarazada, no encuentran lugar donde hospedarse, están preocupados pues el tiempo de dar a luz está cerca. Es su primer hijo, y aunque les asalta la incertidumbre también viven la emoción de ser padres por primera vez.
No saben todo lo que este nacimiento supondrá para la humanidad. Ni se imaginan lo que le aguarda a su pequeño que está a punto de nacer.
La vida está llena de incertidumbre, de preguntas a las que solo el tiempo va dando respuesta.
Solo uno conoce los acontecimientos, el Señor de la Historia y de las historias, de la tuya también.
Todos esperamos que el porvenir nos sonría, aunque no siempre entendemos esa manera soberana que Dios tiene de asombrarnos en nuestra propia vida.
Se acerca la mayor sorpresa de la Historia: A punto está de cumplirse la promesa de la venida de Jesús el Salvador.
Isaías 9.6
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Aquel que viene como niño, enseñará a los hombres la necesidad de ser como niños para recibir y así poder entrar en el Reino de los cielos.
Lucas 18.17
17 De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Juan 3.3
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Hoy Jesús te está invitando a tener un nuevo nacimiento, a ser sencillo y confiado como un niño, y así recibir el reino encarnado en Él.
Si aceptas su invitación, tu perspectiva de la vida cambiará: habrás entrado en el Reino de Dios.
Autor: Luis Fajardo, Director de Sociedad Bíblica