Esperanza Pérez tiene 86 años. Nació en Madrid en 1930, hija de Severo Pérez García, mecánico de profesión y hombre de muchas habilidades. Su madre, Leonor, era modista. Vivían en la calle Pradillo 14. Esperanza es madre de 4 hijos, entre ellos, el conocido psiquiatra cristiano Raúl García.
Hoy, Esperanza nos recibe en su casa de dos plantas ubicada en Madrid, y lo hace con alegría manifiesta. Con su pelo corto y gris, ojos marrones y vivarachos, una elegancia natural y una voz cautivadora, descubrimos a una mujer elocuente, de memoria brillante que se muestra feliz hablando de su padre: don Severo Pérez García, colportor en los pueblos de Ávila en los años de la preguerra. Nos enseña la biblioteca y la colección de libros antiguos de Severo, con especial emoción nos muestra la Biblia gruesa de pastas negras que su padre leía “con vicio y hasta rallar el alba”, según sus propias palabras.
La familia Pérez comenzó a congregarse en la Iglesia de la calle Trafalgar allá por 1933. Corrían tiempos difíciles… Cuando a su padre le regalaron una furgoneta, dijo a su mujer y a su hija: “Con esta furgoneta podríamos ir a predicar a los pueblos de Ávila”.
«En aquel entonces la Sociedad Bíblica (SB) estaba ubicada en la calle Flor Alta 2, y mi padre habló con el director de la SB, don Adolfo Araujo, para ver cómo aquella furgoneta podía servir de herramienta a la obra bíblica. La SB recorría ya pueblos y ciudades de España con el Bibliobús, una furgoneta grande, así que al coche mi padre se lo conoció como El Coche de Trafalgar, nombre de la iglesia en la que nos congregábamos.»
Esperanza nos cuenta con detalles cómo junto a Federico Aparisi (quien también fue colportor en Galicia), Zacarías Carles (conocido colportor) y Constantino Gallego, comenzaron a recorrer los pueblos de Ávila con el Coche de Trafalgar. Durante casi dos años y medio estos tres amigos y colportores viajaron sin lujos, conduciendo por carreteras y caminos y llegando a pueblos que pocas veces entendían su misión. Entre otras anécdotas recuerda que en una ocasión un desalmado abofeteó a Federico Aparisi, y que en Sotillo de Ladrada el cura animó a los niños a que apedrearan a aquellos señores del coche.
«La furgoneta se abría por detrás, la carrocería era de madera, habían habilitado una especie de estanterías. Allí llevaban las Biblias, y los Nuevos Testamentos, y los materiales para niños. Si la gente de los pueblos no podía comprarlos, se los regalaban. La SB aportó mucho material bíblico gratuito para distribuir.
Era tanto el fervor y el deseo de difundir la Biblia que el Coche Bíblico grande, el Bibliobús, decían, que estaba celoso de la furgonetita porque vendía y regalaba más materiales bíblicos que ellos»
Esperanza busca en las estanterías un cuaderno negro de tapas de hule, donde registraban los gastos que les tocaba compartir.
Severo, después de este tiempo, y en medio del ambiente hostil de la preguerra, decidió vender el coche. Como la SB ya tenía el Bibliobús, Severo vendió el coche por 2.500 pesetas a la iglesia de la calle Trafalgar. El coche quedó escondido en Arenas de San Pedro, resguardado en un pajar en el pueblo de Casas Viejas, cubierto de paja.
Esperanza recuerda que durante los 3 años de guerra se tuvieron que marchar de Madrid. A su regreso en 1939 preguntaron por el Coche de Trafalgar, pero nadie sabía nada. Incluso viajaron a Casas Viejas, en su busca, pero el coche había desaparecido: el hermano Santos García, de la iglesia de Trafalgar, tuvo que marcharse a Sevilla: Francisco Fernández, estaba en prisión por tener ‘ideas avanzadas’, la realidad era que tenía Biblias en su casa.
Queridos lectores, nos os imaginéis aire fresco que nos ha aportado esta entrevista con Esperanza, con ese brillo su mirada, con el cariño que ha mostrado por aquella furgoneta convertida en biblioteca ambulante en la época de la preguerra, con sus recuerdos nítidos sobre la vida de un colportor español. Masticamos entusiasmo por lo que somos y lo que hacemos. Hoy la obra bíblica continúa.
[21·09·2016]