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Según publicó el diario ‘New York Daily News’, después de su 75 cumpleaños, la estadounidense Marion Shurtleff caminaba por la ciudad californiana de San Clemente, cuando tropezó con una librería de segunda mano.

La anciana explica que presintió que en este lugar le esperaba algo especial, pero dudó antes de entrar. Miró a través del escaparate y desde allí vio una vieja y desgastada Biblia que se parecía mucho a la que tenía en su infancia. Inspirada por los recuerdos y la nostalgia, decidió entrar y comprar el libro, ya que además estaba buscando diferentes versiones de la Biblia para usar en sus estudios bíblicos, comparando los textos de las diversas traducciones.

Pasaron dos meses hasta que Marion se puso a leer a fondo su nueva adquisición. Su sorpresa fue que al estudiar la Biblia entre las páginas del libro se encontraba un pedazo doblado de papel amarillento a causa del tiempo. Al abrirlo, la anciana descubrió su nombre y su letra de niña. Se trataba de una carta escrita por ella misma 65 años antes.

Dice Marion que «Empecé a temblar literalmente. Lloré. Tenía la piel de gallina. Yo creo que Dios a veces muestra su gracia y su amor con nosotros a través de estos pequeños y extraños sucesos”.
 
Marion recordó que hace más de 65 años, siendo todavía una niña -en el estado de Kentucky-, en un campamento de Girls scout escribió un ensayo como parte de sus tareas de exploradora. En el texto reflexionaba sobre cómo es el mundo y cómo vivir en el planeta sin hacer daño a nadie. «Sé amable con los animales. No arranques las flores. No pisotees el césped » eran parte de sus reflexiones.

Ese ensayo es el que ahora vuelve a sus manos. La niña en aquel entonces no sabía que escribía para ella misma, una ‘carta al futuro’.

La obra recorrió un total de 3.500 kilómetros para volver a su autora ya que en 1964, Shurtleff se trasladó de Kentucky a California con su marido, donde la pareja tuvo dos hijos que ella tuvo que sacar adelante sola, ya que quedó viuda muy joven. Ella misma ha sobrevivido a un cáncer.

Relata “He sido sacudida muchas veces por la vida, hasta quedarme reducida a nada”, pero la fe no le ha faltado y por ello ahora Shurtleff ve este anécdota como un toque especial de Dios. «Yo lo llamo mi historia OMG» (Oh My God –Oh Dios mío), y ahora se pregunta qué es lo que Dios quiere decirle. De momento, está intentando contactar con la persona que guardó la vieja Biblia tantos años.

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